domingo, 31 de julio de 2016

Capítulo 1: Viejos amores

Llegaba tarde. Y no solo un poco, me retrasaba quince minutos. Me iban a matar. Me eché un último vistazo en el espejo, y tras unas cuantas pasadas de cepillo, decidí salir de allí. Bajé las escaleras lo rápido que me dejaban los malditos tacones, y mi móvil se puso a sonar. Era Ana. Santa mierda.

-¿Si?-contestando con voz inocente.

-¿Sabes que haces media hora tarde?-puse los ojos en blanco. Claro que lo sabía, pero mi impuntualidad no era cosa de un día, siempre lo había sido.

-Estoy llegando...-mentira número uno, y colgué. Me subí al primer taxi que encontré y le di la dirección del Pub que iríamos esta noche.

-Dese prisa y le pagaré el doble.-le dije al conductor, el cual lo único que hacía era mirarme de arriba abajo. A qué mala hora me había puesto aquel vestido.

Llegué antes de lo esperado, y le pagué bien al taxista, quien me dio una tarjeta por si quería repetir viaje esta noche, guiñándome el ojo, lo cual yo sonreí por educación, y cuando se fue de mi camino, la rompí en dos y tiré a la basura. Cerdo.

Llegué y mis amigas me esperaban con los brazos cruzados en la puerta de aquel Pub. Yo les sonreí, y ellas me miraban más mal. Saqué mi paquete de tabaco y me puse a fumar.

-Encima la guarra se pone a fumar, siendo que ella no es la cabreada.-dijo Marta de broma. Todas reímos. Era un viernes cualquiera, como todas las semanas, pero hoy estábamos todas juntas.

Ana me acompañaba fumando, eramos la mala influencia del grupo. Ella era la mas pequeña del grupo, llevaba unos pantalones negros con una blusa verde y tacones negros. Como siempre, no le gustaba usar vestidos, faldas o pantalones cortos. Por el contrario, todas íbamos cortas.

Al cabo de unos minutos nos terminamos el cigarro y entramos en el pub. A decir verdad, a mi no me gustaba ese ambiente. Al final acababa agobiándome de tanta gente, obligada a beber por no aburrirme, pero si iba a beber, la iba a coger gorda.

Fuimos a la barra y lo primero que hicimos fue pagar una ronda de chupitos.

-Por nosotras.-dijimos a la vez. Si, esas eramos nosotras. Quien nos viera diría que no pegábamos ni con cola, pero nos compenetrábamos bastante bien. Cada una era diferente y es lo que nos hacia tan especiales.

-Clara, ese rubio te está mirando.-dijo Lucia. Todas sin evitarlo nos giramos hacia aquel rubio, que a decir verdad, no le quitaba el ojo. Mi amiga se hizo la coqueta y le miro fingiendo vergüenza. La muy zorra si que sabía.

-De vergonzosa tienes lo de yo de virg...-Ana me cortó. Yo la miré interrogante, y ella señaló hacia un grupo de chicos.

-Ana, ¿ahora? No me apetece...-susurré desganada.

-No digo que vayas, digo que te fijes quien está en medio.

Me fijé mejor.

-JO-DER. ¿Qué hace aquí?

-¿Buscarte?-dijo Marta divertida.

Tuve que ir al baño, necesitaba lavarme la cara. Siempre pasaban estas cosas cuando veía a Íker. Me convencía que no iba a afectarme, le veía, y adiós al juramento. Me miré al espejo, una y otra vez. ¿Por qué a mi? Salí del baño, y allí estaba él, esperándome y mirando al suelo. Al verme aparece, fijó su mirada en la mía.
-Noa...-dijo cogiéndome de la muñeca. Yo negué con la cabeza. Demasiado tarde.

Intenté salir de allí, pero volvió a cogerme y tirarme hacia él haciendo que mi cabeza chocara contra su pecho. Cogió mi barbilla y me miró a los ojos.

-¿Cuándo podrás perdonarme?- y juro que flaquee. Juro que todos mis sentimientos volvieron a estar ahí, pero debía irme.

-No puedo. Nos hemos hecho daño. Tú me lo has hecho.-y con eso me marché de allí.

Vi que Clara bailaba con aquel chico, y al verme en ese estado, vino detrás de mi, pero le dije que quería estar sola. No había nadie en la terraza, y aproveché para dar un grito de frustración.

¿No hay mas pubs en la ciudad? Joder, estábamos en Madrid, no en un pueblo de trescientos habitantes. Íker aquí. ¿Cuánto habían pasado? ¿10 meses? Ya era mucho tiempo y no estaba para estas cosas.

Íker y yo habíamos compartido un verano muy largo. Suspiré al pensarlo. Mi primer amor, mi primera vez, todo lo tenía él. ¿Y si...? Dudé en volver atrás. Recordé aquel verano, recordé aquel día. No pensaba que iba a desaparecer.

A las semanas me enteré que seguía viéndose con su ex, y su ex se puso en contacto conmigo, y bueno, digamos que no acabó muy bien. Pero...

-¿Tienes un mechero?-dijo un chico que acababa de salir del pub. Yo solo asentí, lo saqué y se lo di. Volví a estar en mis pensamientos. ¿Qué haría mal? Miré al chico, y la verdad, no estaba nada mal, hasta le sonreí. Él me lo devolvió y murmuró gracias. Yo le sonreí coqueta.

-Noa.-dije estrechándole la mano.

-David.

Nos miramos y empezamos a hablar. Tenía unos ojos increíbles, pero a decir verdad, me los buscaba así siempre. De repente apareció Iker en la puerta y se puso cerca de nosotros, mientras que David y yo seguíamos hablando. Íker fulminaba a David con la mirada.

-Pues podríamos tomar algo un día de estos.-dijo como quien no quería la cosa. Me dio su numero y volvió dentro.

Íker seguía allí plantado, mirándome fijamente.

-¿Te lo vas a follar?-dijo rabioso.

-¿Y a ti que mas te da?-dije divertida. De repente, sin yo esperarlo me acorraló contra la pared. El pulso me iba a mil.

-Borra su numero.-apretó los dientes. Negué con la cabeza mirándole a los ojos. Joder.-¿Vas a llamarlo?¿Lo harás?-sus labios estaban a centímetros de los míos y no paraba de mirarlos. No pude evitar morderlo.-A tomar por culo.

Estrelló sus labios contra los míos. ¿Quería esto? Nos separamos un momento, mirándonos. Ya me arrepentiría mañana. Le necesitaba.

Llegamos a su portal, y no paraba de besarme por las escaleras. Si seguíamos así no llegaríamos. Nos reímos como dos niños, como si fuera todo como antes. Entramos a su casa y me llevo a su habitación. Él me miraba atentamente.

-Ayúdame a quitarme el vestido.-le pedí. Él suspiró y mientras me lo desabrochaba me besaba el hombro.

-¿Te acuerdas...?

-No fue para tanto-me reí. Mi vestido cayó al suelo y me di la vuelta. Él me miraba de arriba a abajo. Volvió a besarme, y yo me dejé llevar.


Al cabo de unas horas me abrazó por la cintura y me estrechó contra él. Yo apoyé mi cabeza en su pecho y dormimos. O por lo menos él, yo solo pensaba que pasaría mañana por la mañana.

Y no pude hacerlo. Tal vez fue porque sabía que esto no iba a ser un comienzo, que esta noche había sido una despedida.

Íker se remueve entre las sábanas y abre un ojo. Yo miro el techo, sin dejar de pensar.

-¿Que te ocurre?-dice medio dormido y cogiéndome de la cintura. Mierda. Si no me marchaba ya sería demasiado tarde.

-Tengo que irme.-susurro.

Él coge aire nervioso y retira sus brazos con asco, como si quemara mi tacto.

-Íker yo...-no sé que decir. Opto por quedarme callada. Recojo mis cosas mientras él me mira con rabia.

Me fijo en su habitación, totalmente cambiada. Un escritorio nuevo lleno de libros. Lo único que no ha cambiado es el tablón que tiene con fotos con sus amigos.

Miro atentamente, reconociéndolos a todos. Una foto me llama la atención. Una chica y él besándose. Aprieto los dientes con rabia. Es con la que me puso los cuernos. Están juntos. Le miró a él enfurecida.

-Puedo explicártelo..

Me río, porque no hay otra cosa que pueda hacer. Me la ha vuelto a pegar. ¿Cómo pude pensar que sería diferente?

-Ahorratelo, Ella no se merece que le hagas esto. Yo ya estoy acostumbrada.

-Te juro que te quiero a ti, sólo a ti. Por favor, danos otra oportunidad. No sabes cuanto te he echado de menos. Por favor, te lo suplico. Ahora que te tengo no te marches.-me suplica de rodillas.

-Adiós Íker, sé feliz. -y cerré la puerta, dejando mis sentimientos allí.