-Saldremos de aquí pequeño, los tres juntos. Seremos una familia.-susurro a mi vientre algo apenada, intentando creerme mis palabras.
Un pitido interrumpe mis pensamientos.Un paracaídas. Corro esperanzada, creyendo que es la medicina de Peeta, y con la esperanza de que saldremos de esta. Abro la caja y solo son pastillas para la temperatura. Saco agua de mi mochila.
-Peeta... Despierta.-digo tocándole algunos mechones de pelo de su frente. Él abre los ojos y mira los mios.
-Hola nena.-sonríe feliz al ver mi rostro.
-¿Te duele mucho?-le toco la frente para saber si seguía teniendo fiebre. Y le había subido.-Estás ardiendo.
-Nena, tu sabes que estoy que ardo.-ruedo los ojos. Ni Peeta medio muriéndose dejaba de tener su chispa.
Le doy la pastilla y se la toma. Me tumbo a su lado. Le entrego unas peras que hay en mi mochila y empieza a comérselas. Me dispongo a lavar otra vez sus heridas, y están peor que antes. Pasa un rato y sigo.
-¿Puedes darte un poco más de prisa?
-No. Cierra el pico y cómete las peras.
-¿A que peras te refieres?-dice juguetón. Le doy una mirada fría que hace que se calle.-Oye Katniss... Mira, si no regreso...-empieza a decir.
-No digas eso, no he sacado todo ese pus para nada.
-Lo sé, pero, por si acaso... -intenta seguir.
-No, Peeta, ni siquiera quiero hablar del tema-insisto, poniéndole los dedos en los labios para callarlo.
-Pero...
Le callo con un beso apasionado, en el que estamos varios minutos. Amándonos mutuamente, necesitándonos.
Suena otro pitido. Otro paracaídas. Lo abro. Un bol de caldo. Un beso equivale a una olla de caldo. Casi lo oigo gruñir: «Se supone que estás enamorada, preciosa, y el chico se está muriendo. ¡Dame algo con lo que pueda trabajar!».
A trabajar se ha dicho.
hola, acabo de encontrar tu pagina y me devore tu historia sobre Katniss y Peeta, me encanto están asdfghjkjhgfdsa por fa sique si? :)
ResponderEliminar